sábado, diciembre 16, 2006


Historias de un momento para algún momento...

El ciego
Pura percepción, se contiene la emoción. Contenga. Conciencia en esencia. Camina por la vida, y este ciego no esta de ida. La gente se asombra, pues tiene curiosa sombra, aunque no la perciben porque ni se fijan en ella, están muy ocupados en ser trastornados. El ciego no usa bastón, es pura intuición. Por la vereda acecha al alma maltrecha, se detiene. Viento, vacío todo, todo lleno, el espacio, la pausa. Camina. Es el guru de Uruk, Es una estrella. La calle, la cruza y lo atropellan. La gente se sonríe, no era tan áspero después de todo, el espacio se expande, es el ciego que está de ida, ahora ve, no sabe bien para qué, llora. Termina para empezar.

Almas clonadas
Hubo un quiebre en la historia donde la locura tuvo sensatez, el humano empedernido por fin acometió su tarea de desafío porfío a su escueto destino. Maravillado por su maravillosidad, no contuvo su grandiosidad, desesperado de ansiedad, no se tuvo piedad, se repite la historia, una multiplicación más. Un alma que aulla, ante tanta creatividad, por fin tiene a su gemela y es por suerte su igual, cuanta cualidad, es Dios que se recrea una vez más.

Androginos
Un cuento de ellos, en su androginia transformados en androides con el destino de Androgeó. En la necesidad de no estar necesitados buscaban una búsqueda que les diera independencia, sin conocer que en tal deseo, la otra cara de la moneda quedaría para siempre, descubierta, al lado oculto. Pobres almas completas que en completura dieron el gesto de ternura, propio de toda creación, elevando su canción desistieron ser un semidios, para ser, en la arena de la batalla, una batalla más. Se cuenta que el minotauro en tal laberinto dejo de ser bestia por un segundo, casi convencido por el amor de aquel héroe, para ser algo más, no se sabe si en ese instante alcanzó diagramar el plan que consumará Teseo o si simplemente este cumplió con su destino de llevarse un honor más. Pero se sabe que un mago de tantas muertes una bolsa de arena se llevó, dicen que aquella bolsita a otro desierto contagió. Dicen que Alejandro, en plena espada contra el viento de tribus extrañas un aroma percibió, en una crónica pérdida tal vez se encuentre, que el perfume a rosa de ese desierto fue el que lo enfermó. Indra sonríe, es el juego de los dioses mortificándose por su inmortalidad.

Ataviado
Copas de plástico, lágrimas de cristal. Es la nueva degeneración, que por fin abandona el papel. Una nueva torre de Babel, otro idioma imperial, el avater otra vez se preguntará que hacer. Ningún silencio alcanza, es pura fantasía. El lenguaje de los gestos, solo pide que aunque sea, se trabajen cestos. Las manos sobre pianos de letras, el plástico, destinado a ser dinosaurio eternamente. El hombre ataviado, inventa hijos de plástico, la pérdida es enorme, la brecha inalcanzable. Solo queda la fe, no de la esperanza, tan solo de esperar. El pintor ahora hace poemas de color azul, el poeta es ya un poema, y el poema por fin es amor, adiós papel, los bosques lloran, cuanto que rehacer. Hay duendes, pero tienen miedo, de ser de plástico también. El viento acaricia las estatuas y los museos se hacen viento también, infame socorro. Ataviado el hombre recorre, el desierto donde el sol deja una esencia en la conciencia, busca serenidad. Buscamos. Busquemos. La búsqueda insoslayablemente termina siendo el encuentro.

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