jueves, octubre 05, 2006


Salta, hogar de Don pajarito…

Estuve por Salta y el paisaje estaba un tanto amarillento a falta de lluvias pero desde la primera curva se desplegó el panorama de la ciudad con una deslumbrante creación colonial modernosa.
En el congreso de antro social se rescataron trabajos acerca del rol del antropólogo en el trabajo de campo: cómo vestirse, qué decir, cómo funciona la empatía y cómo interactúan los gestos. Otro destacado fue uno de política comparada entre Argentina y Brasil, donde llamaba la atención la cantidad de reflexiones por parte de los escritores de masa (Lanata, Aguinis, etc.) acerca de la decadencia argentina, fenómeno que no ocurre en Brasil. En cuanto a los símbolos nacionales, en Brasil se idolatra la bandera, mientras que aca a Evita y Maradona… En la mesa de relaciones Interétnicas se habló de los Huarpes que están tratando de reagruparse y reivindicarse, con lo cual el antropólogo Escolar reflexionó que cada vez que hay crisis nacionales se incrementa la movilización por la identidad de los grupos indígenas.
Las iglesias son un patrimonio digno de admirar, los museos muy interesantes y colifatos. Por sobre todo hay uno, lo que más me gusto del viaje, la casa de don Pajarito Velarde… Resulta que fue el mecenas no rico de Salta, en su casa pararon Borges y Atahualpa Yupanqui entre otros. Fue a estudiar a Bs. As. y después de probar varias carreras vuelve con el título de campeón de tango en una época en que era toda una osadía. Además tenía una colección de discos que era una de las más ricas del Noroeste y se puede escuchar su música en una maquinola cuando visiten su humilde pero más que acogedora morada. Era fanático de los autos y la bicicleta, así que como no tenía garaje iba en bici a buscar el auto para ahí ir al trabajo que le quedaba a diez cuadras. Nunca se casó y tenía el lema de que el hombre solo es el hombre libre. De todas maneras se mantenía bastante entretenido catando la nueva mercadería de los exquisitos y rebosantes burdeles de la conservadora pero no atolondrada ciudad. Avergonzaba a sus nuevos visitantes vendándolos y dándoles de tomar vino calafateño con un vaso penefilo de calabaza… y murió en su mundo de sueños escuchando música y leyendo un libro en su cama labrada con pajaruelos…
Por supuesto también nos dimos el bacanaso con empanadas salteñas (pequeñas pero sabrosas), humita en chala, tamales y cerveza Salta. De hecho visitamos la cervecería SALTA, allí nos atendió Guadalupe con muy buena onda y muy buena presencia. Y así… saque a pasear la mochila y el espirítu…