miércoles, enero 03, 2007


El escriba

El esclavo educado que por siempre ha abdicado. ¿Qué contempla en su templo de letras? ¿Qué sabiduría esconde en el silencio del espacio que entre las palabras se expande? ¿Qué le resultará más curioso, un pincel de una caligrafía ideológica o una pluma puramente blanca que en aquella ideología parecería perseguir la manera que no encuentra de librarse de su peso para flotar en su propio vacío? Casi inmutable en su postura de abundancia con mutable paciencia al son de las exigencias, al regente intenta hacerle cerrar su cuenta. Llena tabillas de surcos que modelan la superestructura de una estructura que el estructuralista admira desde el balcón de su construcción cuando la luna esconde al sol.
Perturbado por el reflejo misterioso de los espejos en su espalda erecta y su postura dura encierra el poder de su energía que escondida brilla como el día.
En la contemplación de la observación obscena elabora dictamen para ver que humanos pasan el verdadero examen. Cautivo en su escuela aborrece lo aburrido, es que parece que ninguno hubiera oído. Pero en la contemplación más silenciosa las existencias crujían, es que de lo pequeño a lo grande la distancia es tiempo, y es que en el vacío lo pequeño es grande.
Cuenta ganados, toneladas de cereales, tinajas bañadas de aceite para mujeres aceitadas, todo el imperio gira a su alrededor, casi no se sabe si el existe para escribirlo o si el imperio existe para ser escrito.